La tenencia privada de determinados animales salvajes está permitida legalmente. El adoptante de un animal salvaje es el único responsable de por vida del bienestar, estado sanitario y de salud, control y responsabilidad legal del animal.
En general, los animales salvajes deben mantenerse en cautividad para garantizar las medidas de seguridad necesarias para evitar daños materiales, a las personas, a animales de otras especies, y al medio natural. En ningún caso, se pueden liberar en la naturaleza y tampoco pueden ser exhibidos ni paseados por los espacios públicos.
Se debe tener suscrita una póliza de seguro de responsabilidad civil (ver normativa sobre animales potencialmente peligrosos).
Tampoco hay que olvidar que algunos de estos animales están en peligro de extinción, por lo que es muy importante tener presente todos los requerimientos legales de su tenencia y comercialización (normativas abajo).
La mayoría de estos animales son capturados del medio natural. Su compra siempre fomenta el tráfico de animales. Además, muchos mueren por el estrés del transporte o por inadaptación por lo que se requiere usar/transportar un mayor número de animales para que finalmente puedan llegar al menos algunos de ellos a nuestro continente.
Por todas estas razones desde FAADA recomendamos NO comprar ni tener animales salvajes.
Normativas sobre comercio y tenencia de especies protegidas según CITES:
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Una transacción es un cambio de titularidad de un animal. Puede ser por ejemplo entre dos personas físicas (con un documento de cesión/donación entre particulares, con los datos del antiguo y nuevo propietario) o entre un comercio y un comprador (con el número de registro de núcleo zoológico y datos del comprador y vendedor). Cualquier transacción (gratuita o no) sólo se considera válida si en el documento consta el número de identificación (chip) del animal.
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La mayoría de los animales salvajes utilizados en publicidad, cine y TV han nacido en cautividad, pero en ocasiones –como ocurre por ejemplo con los elefantes– han sido capturados de su habitat natural.
Muchos animales provienen de circos, zoológicos o colecciones privadas que los alquilan para sacarse un dinero extra. Además, en los últimos años, han proliferado las empresas dedicadas al entrenamiento y alquiler de animales para filmaciones. Algunas de ellas tienen denuncias por falta de licencia o por maltrato de animales.
Estos animales son obligados a vivir para siempre en cautividad y, en la gran mayoría de casos, en condiciones muy duras. Lo más probable es que desarrollen problemas físicos y psicológicos y muestran comportamientos típicos de la ansiedad o el estrés.
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La mayoría de los animales salvajes utilizados en publicidad, cine y televisión han nacido en cautividad, pero en ocasiones –como ocurre por ejemplo con los elefantes– han sido capturados de su habitat natural.
Muchos animales provienen de circos, zoológicos o colecciones privadas que los alquilan para obtener beneficios economicos extra. Además, en los últimos años, han proliferado las empresas dedicadas al entrenamiento y alquiler de animales para filmaciones. Algunas de ellas tienen denuncias por falta de licencia o por maltrato de animales.
Estos animales son obligados a vivir para siempre en cautividad y, en la gran mayoría de casos, en condiciones muy duras. Lo más probable es que desarrollen problemas físicos y psicológicos y muestran comportamientos típicos de la ansiedad o el estrés.
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El proceso de domesticación de un animal es un proceso largo que implica cientos de generaciones y miles de años. Se dice que el primer animal domesticado fue el perro, hace aproximadamente 15.000 años. Cuando los animales son domesticados, se producen cambios a nivel morfológico, fisiológico, reproductivo y de comportamiento que les permiten adaptarse y sobrevivir a las condiciones ofrecidas por el ser humano. Es el caso de los animales de compañía y los animales "de granja".
Los animales salvajes, como osos, grandes felinos o elefantes no han pasado un proceso de domesticación. No han experimentado esos cambios como para, por ejemplo, perder el miedo a los humanos o adaptarse a vivir enjaulados, si no que mantienen sus instintos y su morfología (garras, colmillos, una gran fuerza, etc.).
Así, es práctica habitual que los entrenadores separen a las crías de sus madres a muy temprana edad y las críen a biberón para que se adapten a ellos y conseguir que les obedezcan. Pero, cuando llegan a la madurez sexual, estos animales suelen tornarse agresivos incluso con las personas que los han cuidado desde pequeños. Además, si estuvieran domesticados, no sería necesario sedarlos, extraerles las garras (desungular), precintarles la boca o cortarles los colmillos como se hace a menudo con los animales que se emplean en esta industria.
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La base de cualquier entrenamiento de un animal salvaje consiste en mantener al animal en un estado constante de sumisión y miedo a su entrenador. Los métodos para conseguirlo suelen implicar violencia física y verbal.
En el caso de los chimpancés, por ejemplo, el entreno empieza de forma paulatina a partir del primer año y según va creciendo, se le exigen trucos más complejos que van a requerir mayor esfuerzo. En el caso de los elefantes, una práctica común es el uso de descargas eléctricas.
Otro método de entrenamiento muy recurrente –ya sea para circos o para publicidad, cine, televisión o espectáculos– es el chantaje, que consiste en mantener a los animales en un estado de hambre constante para que luego actúen a cambio de comida.
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Cuando ya no resultan rentables para la industria, la vida de los "animales actores" se vuelve, todavía si cabe, más miserable. Muchos de ellos son recluidos en jaulas y utilizados para la reproducción - perpetuando la explotación de su especie - o vendidos a zoológicos u otros centros de dudosa reputación.
No existe un control exhaustivo de los animales salvajes que viven en cautividad y son utilizados para el entretenimiento. Así, todavía resulta más difícil saber qué ocurre con ellos cuando son "jubilados". Animales que han servido de reclamo para grandes empresas y multinacionales han terminado sus días encerrados en pequeñas jaulas. En el mejor de los casos pueden ser rescatados por santuarios u otras entidades, pero se destinan muy pocos recursos y hay muy pocos centros de rescate para una demanda creciente.
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Los avistamientos son una buenísima opción para conocer la fauna salvaje sin fomentar la cautividad. Hay que llevarla a cabo de manera responsable para no poner en peligro a las especies ni a su hábitat. Así que es muy importante informarse, contratar los servicios de profesionales y guías expertos, y no saltarse nunca las reglas e instrucciones que te proporcionarán.
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Exhibir los animales en los escaparates está regulado por la ley de protección de animales de cada comunidad autónoma.
En Catalunya está expresamente prohibido por ley y en Barcelona también por las Ordenanzas municipales sobre la protección, la tenencia y la venta de animales que establecen lo siguiente: los animales deben colocarse a una distancia del acceso al establecimiento no inferior a 1 metro, en zonas donde no puedan ser molestados, ni sean visibles desde la vía pública o desde los pasadizos interiores de los establecimientos comerciales colectivos (en el caso de cumplir las distancias pero seguir siendo visibles desde la calle, los propietarios del establecimiento están obligados a rectificar).
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El comercio de animales salvajes está regulado por la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES). Su comercio se autoriza solamente bajo circunstancias excepcionales y cumpliendo ciertas condiciones que varian según el apéndice donde está incluido el animal. Sólo pueden vender animales las tiendas autorizadas (establecimientos, no particulares), que han de tener núcleo zoológico legal y la documentación y permisos en regla, tanto del establecimiento como de los animales con los que comercia.
Apéndice I: se incluyen todas las especies en peligro de extinción. El comercio de esas especies se autoriza solamente en circunstancias excepcionales y bajo ciertas condiciones.
Apéndice II: se incluyen las especies que no se encuentran necesariamente en peligro de extinción pero cuyo comercio debe controlarse a fin de evitar una utilización incompatible con su supervivencia. También se incluyen especies del Apéndice I que hayan sido criadas en cautividad para fines comerciales.
Apéndice III: Se incluyen especies que están protegidas al menos en un país, el cual ha solicitado la asistencia de otras partes en la CITES para controlar su comercio. Sólo podrá importarse o exportarse (o reexportarse) un espécimen de una especie incluida en los Apéndices de la CITES si se ha obtenido el documento apropiado y se ha presentado al despacho de aduanas en un puerto de entrada o salida. Aunque los requisitos pueden variar de un país a otro y es aconsejable consultar las legislaciones nacionales que pueden ser más estrictas.
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El circo es un bonito espectáculo donde hombres y mujeres ponen a prueba sus capacidades físicas para asombrar y entretener al público. Cada vez hay más circos que no utilizan animales como el conocido Circ du Solei.
Si prefieres los circos sin animales, te dejamos estas propuestas:
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Puedes dirigirte a la alcaldía y a todos los partidos de tu ayuntamiento, solicitando que tu localidad se declare "Libre de circos con animales”. Puedes entrar una instancia, junto con un modelo de moción, y complementarla adjuntando una copia del dossier de Infocircos y una carta modelo que también ponemos a tu disposición.
Puedes solicitarnos toda esta documentación aquí.
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En 2017 hay más de 400 municipios de toda España que se han declarado libres de circos con animales salvajes. Puedes consultar la lista aquí.
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Austria, Bolivia, Grecia y Malta ya han prohibido el uso de cualquier tipo de animal en los circos (salvajes y domésticos).
Bulgaria, República Checa, Dinamarca, Finlandia, Hungría, Portugal, Suecia, Croacia, Bosnia Herzegovina, Noruega, Costa Rica, Perú, India, Israel, Singapur, Paraguay y Eslovenia han prohibido el uso de animales salvajes en los circos.
Aquí tienes una lista de los municipios en España que ya han prohibido los circos con animales.
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Existen diversas leyes que pueden aplicarse a los circos con animales en España: la legislación sobre conservación, legislación sobre sanidad, legislación sobre seguridad y legislación sobre bienestar.
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En la instalación de un circo los elefantes suelen pasar la mayor parte del día en remolques, en pequeños cercados electrificados o encadenados por sus patas, apenas capaces de andar un paso o dos.
Sus salidas diarias a la pista no son adecuadas para cubrir estas necesidades gigantescas de movimiento y de ejercicio para grandes mamíferos como ellos.
En los circos, para evitar que orinen en la pista, sólo les da agua muy temprano en la mañana y tarde en la noche después del último show.
Los elefantes viven en entornos donde hay muy fácil acceso a grandes superficies de agua como lagos o ríos. En los circos no hay acceso a baños, ni siquiera de forma artificial.
Todos estos componentes de su bienestar social y fisiológico tan necesarios para ellos son completamente ignorados.
Como consecuencia pueden tener problemas de:
Tampoco podemos olvidar que estamos hablando de animales muy sociales que en su estado natural viven en grandes manadas. En cautividad nos encontramos con elefantes que viven solos o en grupos muy reducidos (de 2-5 individuos máximo).
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Además de las técnicas que se utilizan de forma habitual para conseguir someter a los animales salvajes, en los circos los tigres no sólo no pueden hacer suficiente ejercicio, sino que no tienen acceso al agua. Son animales que también necesitan bañarse tanto en ríos como en charcos.
Su jaula está usualmente vacía de enriquecimiento ambiental. Sólo unos pocos circos instalan un cercado exterior de vez en cuando.
A falta de intimidad, las tigresas eventualmente matan sus propios cachorros, puesto que no pueden protegerlos de ataques de intrusos. La presencia (visual, auditiva u olfativa) cercana de otros tigres o su actuación junto a ellos, les causa estrés y frustración.
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Junto con los tigres, y otros carnívoros que se mueven en amplios territorios, los leones son los animales que muestran niveles de estrés más altos y problemas psicológicos en cautividad.
La presencia cercana de otras especies, como cebras, caballos, camellos y cabras, especies que serían sus presas, también les resulta estresante. Así como otros grandes felinos, estos carnívoros en cautividad exhiben comportamientos estereotipados, autodestructivos y anormales.
Suelen sufrir osteodistrofia fibrosa por desequilibrios minerales en la dieta y gastroenteritis, entre otros, por el estrés debido a los alborotos como el ruido del tráfico, el público o la música.
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En cautividad, los osos suelen mostrar comportamientos estereotipados, sobre todo cuando viven en cercados pequeños y vacíos o cuando pasan las noches cerrados en el interior. Éstas son condiciones inhóspitas: no tienen piscinas para bañarse, estructuras para escalar, investigar y jugar, ni sustrato natural para cavar o hibernar.
Las estereotipias más comunes en los osos son la llamada en inglés pacing, que consiste en que el animal se desplaza siguiendo siempre el mismo recorrido, que repite una y otra vez. En ocasiones, el animal realiza un determinado movimiento en un punto concreto del recorrido, habitualmente siempre el mismo, por ejemplo con la cabeza. Otro comportamiento anormal y dañino provocado por estas situaciones es el pica, que es un comportamiento repetitivo basado en la ingesta de sustancias no alimenticias como el yeso, pelos o tierra y la atracción incontrolable por morder madera o hierro.
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Las actuaciones circenses provocan ansiedad a los reptiles. Los circos no pueden ofrecer a estos delicados animales posibilidades de comportarse de acuerdo con sus instintos naturales. Los reptiles reaccionan muy sensiblemente a todo tipo de vibraciones y cambios de temperatura y son por tanto totalmente inapropiados para el transporte frecuente.
La falta de bienestar y el estrés de los animales en cautividad muchas veces deriva en comportamientos anormales. En reptiles se han descrito dos tipos de cambios de comportamiento que parecen ser consecuencia del estrés: hiperactividad, a veces acompañada de golpes contra los vidrios del terrario, y disminución de la actividad acompañada de anorexia.
Más información:
Manteca, X. (2015) Benestar d'animals de zoològics, Multimédica Ediciones Veterinarias.
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Las personas van al zoo porque les gustan los animales. Quieren pasar un día agradable al aire libre, ver a los animales y, en muchos casos, entretener a los más pequeños de la casa.
Pero lejos de lo que podamos pensar, ir al zoo solo sirve para perpetuar una forma desigual, desfasada y poco ética de relacionarnos con los animales. Afortunadamente, cada vez existen más alternativas para poder conocer cómo son los animales. Las más comunes son: la observación en su hábitat natural y el uso de las nuevas tecnologías.
No es necesario condenar a los animales a una vida de cautividad, en la que nunca podrán desarrollar muchos de sus comportamientos naturales. La imagen que un niño o una niña se lleva del animal de un zoo tampoco corresponde con la imagen real de la especie en su hábitat.
Además, la Ley de zoos especifica que las razones de mantener animales en cautividad son la conservación, la educación y la investigación. Aunque casi todos los zoos no cumplen con estas premisas. La conservación e investigación solo se podrían sostener si se acogieran especies en peligro de extinción y el centro participara en programas de conservación. La educación puede llevarse a cabo sin necesidad de tener animales en cautividad.
Educar desde el respeto y la empatía es siempre una buena idea.
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Porque la desaparición de especies es una realidad. Un total de 784 especies han sido declaradas oficialmente "extintas" y 65 sobreviven únicamente gracias a programas de cría o en cautiverio. De las 40.177 especies evaluadas utilizando el criterio de la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), 16.119 están listadas ahora como especies en peligro de extinción. Esto incluye uno de cada tres anfibios y un cuarto de los árboles coníferos del mundo, así como una de cada ocho aves y uno de cada cuatro mamíferos. Verdaderamente estamos delante de un panorama desolador.
Lla UICN está reconocida como la entidad con mayor autoridad para la evaluación sobre el estado global de las plantas y los animales. Achim Steiner, director general de la UICN recuerda que "los ambientalistas por sí solos no pueden salvar la biodiversidad, esta tarea debe convertirse en una responsabilidad de todos y más de quienes tienen el poder y los recursos para actuar”.
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Debe mostrarse el nombre científico y vulgar de la especie, el área de distribución, el hábitat, la estructura social, el comportamiento, la nutrición y su estado de conservación según las categorías de la lista roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
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En los zoos solo se encuentra un 6% de las 7.000 especies en peligro de extinción. La gran mayoría de los animales de los zoológicos no pertenecen a especies amenazadas. Se les tiene en cautividad sencillamente para exhibirlos y ganar dinero.
Los proyectos de reintroducción son tremendamente complejos y delicados. Tan sólo unas 20 especies han sido reintroducidas en su hábitat natural con cierto éxito (el 80%, herbívoros) y no provenientes de zoos, sino de centros científicos de cría especialmente destinados a esta finalidad.
Aceptando que la gran mayoría de programas de cría en cautiverio no son viables ni eficaces para la conservación de las especies, los zoológicos deberían adoptar políticas de no reproducción. Deberían dedicar sus fondos y esfuerzos a conservar y proteger los hábitats naturales y sus especies.
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En estos espectáculos –delfinarios, cetrería, exhibición de aves exóticas– se refuerzan comportamientos que no forman parte del repertorio natural de las especies. Esta alteración de su patrón natural de conducta puede dificultar mucho su reintroducción en su hábitat natural. No olvidemos que una de las justificaciones de los zoos es que se dedican a la conservación de especies. Argumento que se responde en esta pregunta de la Wiki.
Además, los entrenamientos a los que se les somete para realizar estos espectáculos suelen basarse en la dominación y el control por hambre. El adiestramiento les causa un gran estrés, que se añade al que tienen solo por el hecho de vivir en cautividad.
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Se pone en riesgo tanto la vida del animal que se escapa como la de las personas que pueda encontrar a su paso, ya que muchos animales son potencialmente peligrosos. Para mantener la seguridad pública, y como no existen protocolos oficiales de captura de animales escapados, los acaban matando en vez de anestesiarlos con dardos.
Si consigue escapar, supone también un peligro para el animal, que puede no sobrevivir y fallecer por desnutrición, deshidratación, no aclimatación al nuevo hábitat, atropello, enfermedad, etc. También pueden suponer una amenaza para la fauna autóctona, por la transmisión de enfermedades, la competición por los recursos o la depredación.
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El principal argumento a considerar es el estrés que provoca a los animales el contacto directo con humanos.
Aunque no se puede olvidar el riesgo que supone la zoonosis (cualquier enfermedad infecciosa que se transmite de animales, salvajes y domésticos, a los seres humanos o de los seres humanos a los animales). Por lo que hay que prestar especial atención a las actividades para niños y niñas que incluyen contacto con animales como “toca-toca” con reptiles o aves.
Más información:
Compendio de medidas para prevenir enfermedades asociadas con animales en instalaciones públicas (en inglés). Artículo del Centers for Disease Control and Prevention (EEUU).
Animales de compañía sanos, personas sanas (en inglés). Artículo del Centers for Disease Control and Prevention (EEUU).
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Cada instalación debería estar pensada y adaptada para cubrir las necesidades de cada especie. Para tener un mínimo de bienestar, los animales necesitan que las instalaciones sean lo más naturales posibles y que se les haga enriquecimiento ambiental, tal y como estipula la Ley 31/2003, de 27 de octubre, de conservación de la fauna silvestre en los parques zoológicos.
Debería ser un hecho cotidiano que los zoológicos contrataran técnicos especialistas en la aplicación de programas de enriquecimiento ambiental. También es esencial que los animales dispongan de zonas de refugio donde puedan estar fuera de la vista de los humanos cuando lo necesiten.
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Sería mucho más eficaz financiar proyectos de conservación en los países de origen, ya que en algunos casos hay especies nacidas en cautividad que no pueden ser reintroducidas porque su hábitat natural está en peligro o ha desaparecido.
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Los zoos deberían participar en programas oficiales de cría en cautividad como el European Breeding Program (EEP) y el European Stud Book (ESB). Aunque hay que tener claro que el grado de éxito que tienen estos programas de cría en cautividad y reintroducción de especies en peligro de extinción es menor que la que promulgan muchos zoológicos.
Lo que es evidente es que la cría en cautividad y reintroducción tiene mayor probabilidad de éxito si se hace en el lugar de origen del animal, la llamada conservación in-situ.
También sería recomendable aplicar métodos para evitar la reproducción de los animales evitando así los “excedentes de población” que generan este tipo de prácticas. Tanto la WAZA como la EAZA contemplan la llamada “eutanasia de manejo” como una posible herramienta para el control de las poblaciones en los zoológicos. El sacrificio de crías o ejemplares sanos cuando las instalaciones del centro son insuficientes para mantener el bienestar de toda la comunidad también es conocido como “culling”. Lo contempla bajo el eufemismo de “reciclar estos excedentes dentro de la cadena de alimentación del zoo".
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Es complicado valorar todos los factores que pueden intervenir en el bienestar de un animal dejando de lado criterios subjetivos.
Lo que sí es indiscutible es que un animal en un zoo debería tener, como mínimo, agua y comida disponibles; un alojamiento con un ambiente adaptado para tener libertad de movimiento (correr, nadar, excavar, trepar, etc.); así como la posibilidad de desarrollar todos sus comportamientos naturales, incluída una estructura social similar a la que tendría en libertad.
Debe también disponer de atención veterinaria (incluyendo la preventiva, la más importante si tenemos en cuenta que, en muchos casos, una vez el animal enferma, poco se puede hacer para que mejore). Debe tener la posibilidad de evitar situaciones estresantes o de miedo: para ello debe haber distancia de amortiguación entre el público y los animales, barreras visuales y que el animal puede esconderse de la vista de los humanos.
Estos cinco principios están basados en las Cinco libertades desarrolladas por el Farm Animal Welfare Council (UK) en 1979.
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El uso de venenos o cebos envenenados es frecuente en el entorno urbano, normalmente dirigido a animales de compañía (perros, gatos) y en el medio ural para acabar con individuos de especies consideradas perjudiciales para la caza, la agricultura, ganadería, colombicultura, etc.
El uso ilegal de veneno supone un grave riesgo para la salud pública, para el medio ambiente y para todo tipo de especies animales al ser un sistema no selectivo que se introduce en la cadena trófica.
El envenenamiento de animales y la colocación de cebos con veneno están tipificados como delito en el Código Penal. Según la Ley Orgánica 1/2015, de 30 de marzo, por la que se modifica la Ley Orgánica 10/1995, de 23 de noviembre, del Código Penal, en su artículo 336 “el que, sin estar legalmente autorizado, emplee para la caza o pesca veneno, medios explosivos u otros instrumentos o artes de similar eficacia destructiva o no selectiva para la fauna, será castigado con la pena de prisión de cuatro meses a dos años o multa de ocho a veinticuatro meses y, en cualquier caso, la de inhabilitación especial para profesión u oficio e inhabilitación especial para el ejercicio del derecho a cazar o pescar por tiempo de uno a tres años. Si el daño causado fuera de notoria importancia, se impondrá la pena de prisión antes mencionada en su mitad superior”.
En el caso de localizar un animal envenenado o ante la sospecha se tienen que seguir los siguientes pasos.
PROTOCOLO DE ACTUACIÓN:
Si el animal aún está vivo:
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El uso de los elefantes para paseos con turistas implica graves y numerosos problemas para los elefantes.
El primero es que, como les cuesta mucho reproducirse en cautividad, la mayoría de los individuos utilizados en este sector son capturados del estado salvaje. Estas capturas, sobre todo en el caso de los elefantes asiáticos, están poniendo en grave peligro su conservación como especie.
El segundo problema es que los animales empleados en esta industria son 'domesticados' mediante un método de entrenamiento extremadamente violento denominado –por lo menos en Asia– Pajaan y que, literalmente, significa "romper el alma". Pero incluso tras esta supuesta domesticación, es necesario utilizar ganchos metálicos y métodos que implican violencia para dominarlos. A menudo se aprecian heridas en la cabeza, orejas y zona de los ojos.
Al contrario de lo que podría parecer, los elefantes no están diseñados para soportar grandes pesos sobre sus lomos. De hecho, cualquier carga de más de 150 kg supone una presión inmensa para sus columnas. Además, sus pies son delicados y tienen que soportar un peso enorme que deriva en problemas de salud. También les obligan a caminar encima de suelos duros y a pasar largas horas encadenados.
Por todo ello, los animales acaban sufriendo problemas en la columna y artritis, una patología tan grave para ellos que en numerosas ocasiones resulta mortal.
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Si no quieres fomentar la explotación y el maltrato animal cuando viajas –sobre todo en los destinos exóticos–, deberías evitar toda actividad turística que comporte un lucro o implique el uso de animales salvajes en actividades antinaturales para su especie.
Entre las más populares se encuentran los paseos en elefante o en camello, las visitas a centros de tigres, las fotografías con animales salvajes, el nado con delfines, los paseos con felinos o dar el biberón a crías. Es muy importante también evitar la compra de suvenires fabricados con partes del cuerpo de los animales y la asistencia a fiestas tradicionales y religiosas que implican el uso o la muerte de animales.
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Caer en el engaño de un falso centro de rescate es fácil si no se está preparado. En todo el mundo existen centros y pseudo-zoológicos que- bajo nombres como refugios, orfanatos o santuarios-, mantienen a animales salvajes en cautividad y ofrecen interacciones con ellos con el único objetivo de ganar dinero.
Un centro de recuperación real y cuidadosamente gestionado no forzaría a sus animales a reproducirse, ni comercializaría con ellos, así como tampoco los entrenaría para llevar a cabo espectáculos, ni permitiría el contacto entre ellos y los visitantes. El trabajo de los verdaderos santuarios se centra en ofrecer a los animales los mejores cuidados, libres de cualquier tipo de explotación y cuando no sea posible, devolverlos a su hábitat en unas condiciones de vida lo más naturalizadas posibles.
Por lo tanto, es importante informarse muy bien antes de pagar la entrada para un centro que mantiene animales en cautividad.
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En el mapamundi interactivo del proyecto “Turismo Responsable” de FAADA encontrarás información sobre las principales actividades turísticas que es recomendable evitar porque no respetan los derechos de los animales.
También encontrarás un directorio de centros de rescate y de proyectos recomendados, además de una lista de oenegés locales que puedes contactar si quieres hacer un donativo, presentar una denuncia o si encuentras un animal que necesita ayuda.
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