Cuando ya no resultan rentables para la industria, la vida de los "animales actores" se vuelve, todavía si cabe, más miserable. Muchos de ellos son recluidos en jaulas y utilizados para la reproducción - perpetuando la explotación de su especie - o vendidos a zoológicos u otros centros de dudosa reputación.
No existe un control exhaustivo de los animales salvajes que viven en cautividad y son utilizados para el entretenimiento. Así, todavía resulta más difícil saber qué ocurre con ellos cuando son "jubilados". Animales que han servido de reclamo para grandes empresas y multinacionales han terminado sus días encerrados en pequeñas jaulas. En el mejor de los casos pueden ser rescatados por santuarios u otras entidades, pero se destinan muy pocos recursos y hay muy pocos centros de rescate para una demanda creciente.
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