Las personas van al zoo porque les gustan los animales. Quieren pasar un día agradable al aire libre, ver a los animales y, en muchos casos, entretener a los más pequeños de la casa.
Pero lejos de lo que podamos pensar, ir al zoo solo sirve para perpetuar una forma desigual, desfasada y poco ética de relacionarnos con los animales. Afortunadamente, cada vez existen más alternativas para poder conocer cómo son los animales. Las más comunes son: la observación en su hábitat natural y el uso de las nuevas tecnologías.
No es necesario condenar a los animales a una vida de cautividad, en la que nunca podrán desarrollar muchos de sus comportamientos naturales. La imagen que un niño o una niña se lleva del animal de un zoo tampoco corresponde con la imagen real de la especie en su hábitat.
Además, la Ley de zoos especifica que las razones de mantener animales en cautividad son la conservación, la educación y la investigación. Aunque casi todos los zoos no cumplen con estas premisas. La conservación e investigación solo se podrían sostener si se acogieran especies en peligro de extinción y el centro participara en programas de conservación. La educación puede llevarse a cabo sin necesidad de tener animales en cautividad.
Educar desde el respeto y la empatía es siempre una buena idea.