El microchip es una pequeña cápsula de vidrio biocompatible del tamaño de un grano de arroz. Es inocua y se inyecta bajo la piel del animal, concretamente en el lado izquierdo del cuello. La implantación se realiza con un aplicador estéril, es indolora y no requiere sedación. El microchip almacena una información en forma de código alfanumérico de 15 cifras que contiene los datos del propietario. Una vez implantado, hay que darlo de alta en el archivo correspondiente de cada comunidad autónoma.
Los centros veterinarios, autoridades, protectoras y centros de acogida disponen de lectores de micochip que pueden leer el código. Es muy importante mantener siempre los datos actualizados: dirección, teléfonos y correos electrónicos para poder recuperar el animal rápidamente en caso de pérdida.