Las personas tendemos a atribuir a los animales características que son propias de los humanos, no de los animales de otras especies. Este fenómeno se conoce como antropomorfización. Así, expresiones que a nosotros nos parecen sonrisas o gestos de felicidad, pueden no tener ningún significado para ellos, ir en contra de su lenguaje corporal o social e incluso ser muestras de miedo. El ejemplo más claro es la sonrisa del chimpancé, que en realidad es una mueca de pánico. O la sonrisa del delfín que es solamente la forma de su mandíbula.
Muchos entrenadores que alegan tener una relación especial con sus animales y afirman que se encuentran felices y en condiciones óptimas, han sufrido graves ataques. Algunos incluso han muerto. La realidad es que, aunque les separan de sus madres para ser criados por las personas y forzados a obedecer a los humanos, llega un momento en que -alcanzada la madurez sexual- se acentúan sus instintos y su frustración, por lo que suelen volverse agresivos. Para controlarlos, se les mutila, se les seda o se les obliga a pasar hambre.
Además, ciertas especies, como la mayoría de primates o los elefantes, son altamente sociales y necesitan la compañía de otros individuos de su especie, y sin embargo en esta industria se les obliga a vivir en soledad. Este mero aislamiento ya es maltrato psicológico que provoca estrés y sufrimiento a los animales.
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Cuando ya no resultan rentables para la industria, la vida de los "animales actores" se vuelve, todavía si cabe, más miserable. Muchos de ellos son recluidos en jaulas y utilizados para la reproducción - perpetuando la explotación de su especie - o vendidos a zoológicos u otros centros de dudosa reputación.
No existe un control exhaustivo de los animales salvajes que viven en cautividad y son utilizados para el entretenimiento. Así, todavía resulta más difícil saber qué ocurre con ellos cuando son "jubilados". Animales que han servido de reclamo para grandes empresas y multinacionales han terminado sus días encerrados en pequeñas jaulas. En el mejor de los casos pueden ser rescatados por santuarios u otras entidades, pero se destinan muy pocos recursos y hay muy pocos centros de rescate para una demanda creciente.
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Para publicar cualquier anuncio de venta o donación de animales mediante revistas, portales de internet, o publicaciones similares, es imprescindible la inclusión del número de registro de núcleo zoológico, bajo sanción de hasta 400 euros.
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